La salud bucodental en las personas con discapacidad puede verse comprometida por varias razones. Esta sección contiene información de interés sobre las principales patologías bucodentales, los principales hábitos y riesgos, y sobre todo, la información sobre las medidas adecuadas para mantener una óptima salud oral.
Las discapacidades del desarrollo como el autismo, la parálisis cerebral, el síndrome de Down y otras discapacidades cognitivas presentan retos a la hora de realizar las actividades diarias, en especial las de cuidado personal. Las personas con estas discapacidades pueden necesitar ayuda adicional para lograr y mantener una buena salud, lo que incluye la salud oral.
Las capacidades intelectuales variarán de una persona a otra y pueden tener un impacto sobre el grado en que la persona pueda seguir las instrucciones en el consultorio del dentista o en la casa.
Los problemas de comportamiento pueden complicar el cuidado de la salud oral. Por ejemplo, la ansiedad causada por una discapacidad del desarrollo puede hacer que la persona no coopere.
Los problemas de movilidad pueden requerir que la persona utilice una silla de ruedas o un andador para desplazarse. Es posible que haya que hacer adaptaciones especiales para que el paciente pueda tener acceso al consultorio dental o al sillón dental.
La discapacidad física manual complica o incluso puede llegar a impedir los necesarios autocuidados de higiene bucodental y requerir la ayuda de otros.
Los problemas neuromusculares pueden afectar la boca. Algunas personas con discapacidades tienen los músculos de masticación rígidos o flácidos todo el tiempo, o tienen problemas de babeo, de arcadas y de deglución que complican el cuidado oral.
Las discapacidades sensoriales, sobre todo las relacionadas con la visión y la audición, pueden dificultar los autocuidados de higiene bucodental.
Algunos hábitos son perjudiciales para la boca y pueden aparecer en determinadas personas que presentan discapacidad. Los más habituales son rechinar y apretar los dientes, retener la comida en la boca sin tragarla, respirar por la boca y empujar los dientes con la lengua. Todos ellos pueden originar diversas patologías como caries, enfermedad periodontal o deformaciones en las arcadas dentarias (maloclusiones).

– Mantener una alimentación sana y equilibrada
– Tener una adecuada higiene bucodental, bien mediante los autocuidados o de manera guiada
– Realizar visitas periódicas al dentista para detectar posibles patologías y recibir las instrucciones oportunas
Se ha demostrado que existe una relación directa entre la dieta y la salud oral. Los principales efectos indeseables -en términos de frecuencia- que produce la dieta sobre los dientes son de carácter local, e incluyen la erosión del esmalte y el desarrollo de caries.
La prevalencia de erosiones dentales se está incrementando como consecuencia de la ingesta de alimentos acidogénicos y sobre todo de bebidas carbonatadas. Por su parte, los azúcares y en particular los carbohidratos fermentables, reducen el pH de la saliva y de la placa dental, iniciando un proceso de desmineralización del diente que representa el estadio inicial de la caries.
Además de los azúcares, el proceso de caries también está condicionado por otros factores como la consistencia, viscosidad y textura de los alimentos, el tiempo de exposición (contacto del alimento con los dientes), la concentración de azúcares, la frecuencia de la ingesta, el flujo salival y la higiene oral. El consumo de productos alternativos, como los chicles que contienen xilitol (sin azúcar), y determinadas normas de educación nutricional, como el consumo de azúcares con las comidas principales en lugar de entre ellas, pueden reducir el riesgo de caries.
Las personas con discapacidad física o psíquica, requieren a menudo modificaciones dietéticas, que pueden aumentar el riesgo de aparición de patología oral. Los problemas masticatorios pueden comportar una baja ingesta de frutas, verduras y carnes, y muchas comidas trituradas incorporan una gran cantidad de azúcares libres, aumentando en consecuencia el riesgo de caries. La reducción de la producción de saliva, generalmente debida a determinados medicamentos, frecuentes en estos pacientes, también compromete el proceso de deglución e incrementa el riesgo de caries. Por otra parte, el dolor de origen dental en un paciente con dificultades de comunicación, puede exagerar un comportamiento negativo y comprometer la ingesta.
El biofilm es una biopelícula que alberga numerosas colonias bacterianas, que constituyen una estructura dinámica en continua formación, de modo que inmediatamente después de limpiar los dientes comienza otra vez a formarse sobre sus superficies. Las enfermedades más frecuentes de la cavidad oral -la caries y la enfermedad periodontal- comparten como factor causal común, el acúmulo de biofilm. En consecuencia, su eliminación constituye la piedra angular para prevenir y tratar estas enfermedades.
La eliminación del biofilm se realiza fundamentalmente mediante el cepillado dental, apoyado por otros medios complementarios. En la persona con discapacidad, esta eliminación de biofilm puede verse dificultada e incluso impedida, llegando a requerir de ayuda externa (cepillado guiado o asistido).
El cepillo de dientes
Si bien existen diversos instrumentos para la eliminación mecánica del biofilm, el más efectivo es el cepillo de dientes.
Aunque el diseño del cepillo puede condicionar la eficacia de la eliminación del biofilm, lo más importante son los siguientes factores:
En el mercado existe una multitud de cepillos manuales, con diferentes características. Aqui se exponen las principales cualidades que debe reunir el cepillo manual para personas con discapacidad:
Se han comercializado algunos cabezales con morfologías particulares, para facilitar un mayor arrastre de la placa bacteriana en un menor tiempo. Por ejemplo, el cepillo de triple cabezal recorre simultáneamente varias superficies dentarias y está especialmente indicado para personas con dificultades de aprendizaje, cuando los cuidadores tienen problemas para el acceso y limpieza de las superficies dentarias con un cepillo de dientes convencional, y para personas con discapacidades físicas bien por limitaciones de los movimientos de las manos o bien porque se fatigan pronto -como ocurre en pacientes con esclerosis múltiple o enfermedad de Parkinson.
El cepillo eléctrico
Diseñado sobre todo para el cuidado oral de personas dependientes. Posee un tallo largo con una torunda en su extremo, que limpia la superficie de la lengua y de la mucosa oral de forma eficaz y sin dañarlas. La torunda puede impregnarse con agua, clorhexidina u otras soluciones antisépticas (siempre que el dentista lo indique).
La higiene interdental
El cepillado dental es generalmente insuficiente para eliminar el biofilm de los espacios interdentales. Para ello, se han desarrollado básicamente 3 tipos de ayudas que en general resultan útiles cuando se adaptan a las necesidades del paciente y al tamaño de sus espacios interdentales:
Son cepillos pequeños con cabezales de diversos tamaños, habitualmente intercambiables, de morfología cilíndrica o cónica. Sus filamentos son de nylon y recubren un eje central que suele ser de alambre. Se manejan con un movimiento de vaivén de fuera hacia dentro y sirven para limpiar espacios amplios entre los dientes. Deben emplearse diariamente, preferentemente por la noche.
El cepillo unipenacho
Este tipo de cepillo se caracteriza porque tiene un único penacho o bien varios con una separación mínima entre sí. Su cabezal es pequeño y circular. Se utiliza para la limpieza de espacios interdentales amplios.
El hilo o cinta dental
Se utiliza para retirar pequeños restos de comida, así como el biofilm acumulado entre los dientes, sin dañar los tejidos blandos orales. El hilo y la cinta se diferencian básicamente en su sección, ya que la del primero es redonda mientras que la de la cinta es plana. Se utilizan cuando los espacios entre dientes son muy estrechos y no permiten la entrada del cepillo interdental. Existen unos porta-hilos, especialmente útiles en personas con discapacidad así como para facilitar la labor del cuidador.
El irrigador
Estos dispositivos ejercen su acción mediante una corriente constante o pulsátil de agua a presión. Deben utilizarse como un complemento del cepillado y nunca como sustituto. Su eficacia limpiadora es deficiente, ya que sólo remueven restos alimenticios y las capas más superficiales de la placa bacteriana blanda. En algunos casos, cuando lo prescribe el dentista, se sustituye el agua por alguna sustancia antiséptica.
Limpiador o raspador lingual
La limpieza de la lengua debe incluirse dentro de la higiene oral rutinaria. Se recomienda realizarla por las noches, al finalizar el cepillado dentario. Existen aditamentos especialmente diseñados para ello.
Cepillado en función del grado de dependencia
Dependiendo del grado de dependencia de la persona, esta podrá realizar sus autocuidados bucodentales de manera independiente o por el contrario, requerir de ayuda (bien parcial o total).
Concierne a las personas con discapacidad física o psíquica que presentan limitaciones leves o moderadas y que conservan sus habilidades de manipulación. Habitualmente se trata de personas que pueden deambular solas y mantenerse en pie ante el lavabo para cepillarse los dientes. Suelen ser autónomos para satisfacer sus necesidades personales y solamente precisan cierta atención para resolver dificultades puntuales. Aunque se cepillan los dientes de forma independiente, es necesaria la supervisión tanto en términos de frecuencia como de eficacia. Es imprescindible una fase de entrenamiento para enseñarles la técnica de cepillado durante unos días hasta que consigan un nivel aceptable; tras alcanzar este objetivo, se inicia la fase de mantenimiento y supervisión. En todo este proceso educativo, la labor del dentista o del higienista dental es muy importante así como la formación de quien le cuide habitualmente.
Incluye a personas con discapacidad psíquica moderada-grave o con una limitación motora importante. Generalmente estos pacientes no logran cepillar sus dientes de forma eficaz, y los que lo intentan, en el mejor de los casos, consiguen eliminar la placa exclusivamente de los dientes de delante. Requieren una vigilancia muy estrecha y ayuda directa para realizar un cepillado correcto; lo mismo les sucede con el resto de las tareas cotidianas y para satisfacer las necesidades más elementales. El período de instrucción es prolongado y muchas veces los resultados son escasos. La ayuda parcial de una persona cuidadora es clave para poder lograr un adecuado control de la higiene bucodental en estas personas.
Incluye a personas con discapacidad física o psíquica grave (dependencia de Grado III), o con una limitación motora importante de las extremidades superiores. Muchos de ellos están permanentemente en silla de ruedas o incluso buena parte del tiempo encamados. Necesitan ayuda para efectuar cualquier procedimiento de higiene oral y en este sentido, salvo raras excepciones, no pueden asumir ningún tipo de responsabilidad.
Como ya se ha comentado en el apartado correspondiente (Principales patologías bucodentales), la persona que presenta discapacidad física o psíquica está sometida a mayor riesgo de padecer determinadas patologías de la boca, fundamentalmente la caries y la enfermedad periodontal.
También se ha señalado que una buena salud oral es clave para poder promover una buena salud general y calidad de vida en estas personas.
Por otra parte, también se ha mencionado que en muchas ocasiones, estas personas encuentran dificultades para poder realizar de manera óptima su higiene bucodental.
Los tratamientos dentales suelen ser mucho más complejos, llegando incluso a veces a requerir la sedación o la anestesia general del paciente.
Por todas estas razones, las personas que presentan alguna discapacidad física o psíquica deben ser revisadas periódicamente por el dentista, generalmente con mayor frecuencia que la población general. Estas visitas dentales son insustituibles porque permiten diagnosticar a tiempo posibles patologías, tratarlas adecuadamente y, aun más importante, establecer las medidas preventivas oportunas para evitar que aparezcan, aconsejando al paciente y a sus familiares sobre los hábitos saludables, técnica de cepillado, medios auxiliares y consejos dietéticos, entre otros.